Abogado Aviles

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ESCUCHA ACTIVA Y ABOGADOS

Recuerdo que en el colegio nos explicaban la diferencia entre oír y escuchar. Según el diccionario de la RAE oír es “percibir con el oído los sonidos”, mientras que escuchar es “aplicar el oído para oír (algo o a alguien)”. Así, mientras el primero implica algo pasivo, la escucha requiere intención, voluntad.

Mucho se habla últimamente de la escucha activa, algo muy importante en todas las profesiones y en la nuestra, sin duda. Escuchar activamente a la persona que tienes enfrente implica poner atención, olvidarse de otras ocupaciones durante un tiempo y focalizarnos en la información que nuestro cliente nos ofrece. Esto, en apariencia tan sencillo, no lo es tanto en un mundo tan cargado de estímulos, informaciones y tareas como el nuestro.

Como dice el filósofo coreano Byung-Chul Han (“La sociedad del cansancio”) “el don de la escucha se basa justo en la capacidad de una profunda y contemplativa atención, a la cual el ego hiperactivo ya no tiene acceso.”

La multitarea, el deseo de hacer muchas cosas en poco tiempo, es lo habitual hoy en día pero está en nuestras manos erradicarlo. Lo urgente no puede pasar por encima de lo importante. Por eso en nuestra profesión es fundamental una escucha activa hacia el cliente, en especial en derecho de familia y principalmente en nuestra primera consulta con él, en la cual si nos dedicamos con atención a escuchar lo que nos transmite, tendremos mucho ganado para plantear correctamente el tema. Para ello tenemos que olvidarnos del reloj, no pensar en los correos pendientes de leer, los escritos por hacer y los plazos próximos a vencer y dedicarnos con atención a lo que nuestro cliente nos cuenta no sólo con palabras sino con gestos, entrever lo que no nos dice (no porque nos lo oculte, que también puede ser, sino porque no haya reparado en la importancia de cierta información para el tema que nos ocupa) y obtener toda la información necesaria para hacernos una buena composición de lugar. Y todo ello sin juzgar, sin interrumpir, sin desviarnos de lo que nos ocupa, sin tratar de ofrecer precipitadamente una solución antes de recabar todos los datos.

La escucha activa requiere, por tanto, que no estemos pensando en lo que le vamos a responder o en lo que nuestro cliente nos va a preguntar a continuación, ni en otras cuestiones que nos puedan surgir. Lo importante es reunir toda la información que nos proporciona para luego, a partir de ahí, poder hacer las preguntas importantes.

Os aseguro a los que empezáis en la profesión que lo importante no es nuestra cháchara, lo importante es aprender a escuchar bien al que tenemos enfrente y si le dedicáis tiempo de calidad y escucháis de forma activa a vuestro cliente tendréis mucho ganado en el tema que estéis tratando.